La toxina botulínica es un relajante muscular de acción prolongada que se aplica mediante inyección intramuscular por médicos especializados. Se utiliza en dosis bajas con el objetivo de atenuar arrugas de contracción y debilitar los músculos que descienden el óvalo facial. Es una técnica que, tras su aparición hace 10 años, revolucionó la dermatología estética porque actúa sobre músculos faciales con seguridad, algo que hasta entonces no era posible.
Los músculos faciales superficiales nos permiten gesticular, expresarnos y manifestar sentimientos diversos gracias a que se insertan en la piel. Las contracciones repetidas, las miles de expresiones que realizamos a diario, acaban generando que la piel se pliegue o arrugue por acción de esta musculatura superficial facial. De esta manera, el envejecimiento origina cambios en las características de estos músculos con un predominio de las fuerzas musculares descendentes.
La infiltración de toxina botulínica nos permite restablecer el equilibrio entre musculatura descendente y ascendente a la vez que suaviza gestos intensos que acaban, por repetidas contracciones, formando arrugas: entrecejo, patas de gallo, frente, etc.
¿Cómo aplicar la toxina botulínica de forma correcta?
La toxina botulínica es una técnica útil, eficaz y segura en las manos adecuadas de un dermatólogo. La aplicación de la toxina botulínica precisa conocer las características de la musculatura de cada persona (que no es uniforme en su comportamiento) y tener criterios claros sobre su indicación de uso en el envejecimiento facial.
El principal error de la utilización de este eficaz producto es su aplicación sin criterios claros de que los tratamientos en rejuvenecimiento facial dermatológico deben estar basados en la búsqueda de la naturalidad (que es diferente según edad, sexo y raza), eficacia y seguridad.
Las personas que mantienen su cara sin capacidad expresiva debido a la aplicación de botox equivocan la indicación de esta eficaz sustancia. Utilizan la toxina botulínica de forma inadecuada. No entienden que el concepto de edad es un concepto global, corporal y facial, y que la mejora de un elemento aislado del envejecimiento (en este caso de las arrugas de contracción) debe equilibrarse con el resto de los signos de envejecimiento.
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